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En las últimas décadas, hemos sido testigos de una rápida aceleración en la aparición de nuevos conocimientos junto con un acceso sin precedentes a la información a través de dispositivos digitales que están constantemente con nosotros. Sin embargo, los juicios erróneos también nos persiguen a nivel personal y social. Además, nuestra incapacidad para evaluar la veracidad y fiabilidad de la información en nuestras innumerables bibliotecas alejandrinas de bolsillo significa que es muy probable que creamos información falsa y lleguemos a conclusiones incorrectas basadas en "hechos" que pueden ser proporcionados por aquellos que comprenden lo suficiente sobre las deficiencias del pensamiento humano como para manipularnos.
…Algunos comentaristas de las elecciones en EE. UU. de 2016, por ejemplo, llegan a la conclusión de que muchos estadounidenses toman decisiones basándose más en emociones que en razón, y sugieren que la capacidad del público para pensar críticamente o está ausente, o es muy frágil. Pero no es necesario estar interesado en la política para ver los problemas relacionados con la falta de pensamiento crítico. ¿Cuántas compras impulsivas, malas decisiones de carrera, discusiones sin sentido con seres queridos y otros problemas se podrían haber evitado si pudiéramos entrenar nuestro cerebro para encontrar y evaluar pruebas, organizarlas en una estructura para el análisis y basar decisiones en reglas que protejan el sentido común desde los tiempos de Sócrates y Aristóteles?