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«Alié, Aliona y yo. De nuestros nombres, escritos en fila o en columna, se puede estudiar la historia de Crimea».
Mucho antes de la anexión de Crimea, ella entendió que era ucraniana. Ni su abuelo, teniente coronel del KGB, ni la sangre rusa en sus venas fueron un obstáculo para ello. La amistad infantil con una tártara de Crimea y el conocimiento de esta cultura se convirtieron en la semilla que más tarde crecería en la búsqueda de sí misma y de su propia identidad nacional.
En la novela se entrelazan la cultura crimeo-tártara, la literatura ucraniana y los secretos familiares. Junto con la protagonista y sus amigas, la crimea Alié y la ucraniana Alona, el lector recorre un largo camino desde la infancia de las chicas hasta la anexión de Crimea por parte de Rusia.
Entre los crimeos circula un dicho: «Detrás de Perekop no hay tierra», como si no importara lo que sucede al otro lado del istmo, en el continente. La novela de Anastasia Levkova muestra que hay tierra de ambos lados de Perekop. Solo hay que conocerla y unirla — abrir el continente para Crimea, y Crimea para el continente.
El trabajo en el libro comenzó en 2012. Con el inicio de la ocupación de Crimea, en 2014, la concepción cambió. Durante este tiempo, la autora realizó alrededor de 200 entrevistas con más de 50 crimeos. Los detalles de sus relatos se convirtieron en parte de la novela.
